1 cuota de $36.500 sin interés | CFT: 0,00% | TEA: 0,00% | Total $36.500 |
3 cuotas de $12.166,67 sin interés | CFT: 0,00% | TEA: 0,00% | Total $36.500 |
6 cuotas de $7.061,53 | Total $42.369,20 | |
9 cuotas de $5.063,36 | Total $45.570,25 | |
12 cuotas de $4.082,53 | Total $48.990,30 | |
18 cuotas de $4.793,67 | Total $86.286 |
3 cuotas de $12.166,67 sin interés | CFT: 0,00% | TEA: 0,00% | Total $36.500 |
Con la colaboración de Natalène Suanzes, M. Àngels Claramunt, Emilio Santos y Jesús Sanz.
El dolor ha sido creado e institucionalizado por la ignorancia, y se mantiene porque constituye un formidable instrumento de poder.
Los enemigos del parto son cuatro: la ignorancia, el miedo, el dolor y la impaciencia.
Nunca antes se consideró el parto como una enfermedad, por lo que jamás se asistió en los hospitales, sino que había unos establecimientos, las maternidades, donde se asistía a las embarazadas que no disponían de un hogar adecuado o que ni siquiera tenían un hogar. En las maternidades no se admitían enfermos, ni en los hospitales, parturientas.
Antes se paría, se comía, se padecían y se curaban las enfermedades en casa; a veces, incluso, se trabajaba en casa, en casa se divertía cada familia a su gusto... Hasta la última y definitiva actividad humana, morir, transcurría en el hogar, y en cualquier actividad la compañía de familiares y amigos estaba asegurada, para reír o llorar juntos.
En la vida moderna, la casa es sólo el lugar donde se duerme, se lava y se viste uno, donde todos están de paso y donde, a veces, la reducida familia son verdaderos desconocidos, y los acontecimientos más importantes, el alfa y el omega de la vida, nacer y morir, se ejecutan fuera del hogar y de la familia, entre aglomeraciones de desconocidos.