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Qué pasa con el afecto del varón.
La ternura es una emoción considerada social y psicológicamente del lado de las mujeres y de los niños. Tal es así que, cuando un hombre expresa un gesto sensible y afectuoso que no busca una ganancia o un placer, decimos que “sacó su parte femenina”, llegando incluso a confundir la compasión con la ternura, con la empatía o con otras emociones y gestos bondadosos.
Durante milenios, en la mayoría de las culturas, hombres y mujeres “invisibilizaron” la ternura, que fue relegada exclusivamente al rol de la madre.
Me refiero a la ternura en el terreno masculino, como ternura del padre. Es decir, del varón con los hijos. Entendiendo que en nuestros legados comunes un vacío rodea a esta emoción, aceptamos que la ternura corresponde al género femenino.
En este libro, argumento y comparto que la ternura es un componente de ambos géneros. En el caso del hombre, por temas culturales, este elemento fue excluido muchas veces de su repertorio emocional. Así se construyó la creencia de que no es “de hombre” mostrar gestos de cuidar y promover la vida de otros, sin buscar un beneficio propio.
Me pregunto: ¿sabemos cuidar los hombres tanto como las mujeres? ¿O creemos que es del hombre producir y ganar, exprimir el tiempo, correr para competir, luchar y asumir riesgos hasta el absurdo, a tal punto que esta emoción quedó casualmente por fuera de la razón masculina?