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Descripción

¿Qué es lo que ves al observar los brillantes ojos de un recién nacido mirándote fijamente? ¿Son realmente los de una persona? ¿Este bebé que frunce el ceño en silencio o se pone rojo de rabia puede pensar y sentir? A pesar de su pequeño tamaño produce un convincen­te ruido, pero ¿está diciendo algo en realidad? Hasta hace poco existían muchas teorías sobre los recién nacidos pero eran pocos los hechos conocidos. Durante innumera­bles siglos han estado separados del resto de nosotros por un velo de ignorancia. Aunque hayamos permanecido tan cerca de ellos, hemos ignorado lo sorprendentes que son. La sabiduría popular acerca de los recién nacidos se basaba en las patentes limitaciones de su tamaño, peso y fuerza muscular. Por consiguiente, aunque se describieran a veces como unos seres adorables, se les consideraba incapaces, infrahumanos, prehumanos, torpes e insensibles y, como tales, eran tratados.

La ciencia del siglo XX sostenía que los llantos de los recién nacidos eran meros sonidos «casuales»; sus sonrisas sólo «gases», y sus expresiones de dolor, simples «reflejos». La falsa información que ha existido sobre ellos ha hecho que la tarea de la crianza de los hijos fuera más difícil, y la primera infancia, más desdichada. Ahora está surgiendo un futuro más brillante para los bebés, ya que en los últimos veinticinco años se ha estado investigando sobre ellos. La combina­ción sin precedentes del interés que han despertado, de las grandes sumas de dinero público y privado invertidas y de los innovado­res métodos de estudio empleados han producido una nueva informa­ción en gran parte sorprenden­te. Las contribu­cio­nes a nuestro creciente conoci­miento sobre el recién nacido proceden de diversos campos científicos, desde la embriología hasta la psicología.