Crecemos con la idea de que el parto es un acto técnico y médico.
Lo cual deja poco o ningún espacio para decir "yo" y para desear. Todo en el parto está gobernado por los protocolos y los criterios de riesgo. Y quien quiere escapar de ese paradigma lo hace "bajo su responsabilidad" y siendo tildada de desobediente y hasta mala madre.
Y sin embargo el poder decir "yo" y el conectar con nuestro deseo, con lo que queremos, lo que no queremos, lo que nos da poder, lo que nos incomoda... es uno de los factores de protección ante la violencia gineco-obstétrica.
Reconectar con nuestro deseo nos permite recuperar el poder sobre nuestro cuerpo.